Universitario sí, así iba a ser. Nada más y nada menos que Hospital General Universitario de Toledo. Además le acompañaron otros apellidos durante su construcción, el más grande de Europa, el más moderno, el más completo, el mejor… De eso ha quedado esto, un campo lleno de cemento y acero sin ocupar, sin terminar.

Las cifras eran apabullantes: 364.000 metros cuadrados de superficie construida, 10 edificios para prestar los servicios más avanzados, con las especialidades más demandadas, y 300 millones de euros de presupuesto.

El resultado ha sido más escalofriante aún: más cuatro años de obras, de movimientos de tierras, de construcción de un complejo que ocupaba más de un kilómetro de largo, y nada más que el 30 por ciento de esas obras ejecutadas. Es verdad que la obra sufrió diversos modificados en el proyecto, algunos dudosos, que elevaron el presupuesto a los 362 millones de euros, es verdad que hubo un cambio en el color político en el Gobierno de Castilla-La Mancha, es verdad que se habló de su apertura para este año 2012. Pero lo que hoy nos queda es una víctima de cemento y acero en un lugar que, por suerte, no daña demasiado la imagen de la ciudad de Toledo, aunque para los que recorren habitualmente la zona, produce escalofríos.

Es verdad que a finales del año pasado –diciembre de 2011- Emiliano García-Page, ayuntamiento, y José Ignacio Echániz, responsable de Sanidad de la Junta, se reunieron para acercar posturas sobre el asunto. Para el primero era una obra necesaria para descongestionar el actual Hospital Virgen de la Salud –a punto de estallar por las costuras y sin posibilidad física de ampliación-, mientras que para el segundo se trataba de un sueño de grandeza del anterior ejecutivo socialista, una obra faraónica y sin razón de ser. El que escribe estuvo en la rueda de prensa posterior a aquella reunión, y se percibió el interés de hacer llegar a buen puerto el proyecto aunque fuera por fases. La palabra utilizada fue “reformulación”. En enero de este año la Junta de Comunidades rescindió el contrato con la UTE –Unión Temporal de Empresas- encargada de las obras y compuesta por Acciona, Ferrovial y Contratas La Mancha.

Eso acabó casi con toda esperanza. Las partes parece que mantienen su interés en el proyecto, aunque sea a fases, a trozos, a golpes. De momento, las obras llevan paradas meses y lo que se ve es otra víctima de cemento y acero. Un edificio que se erigía exuberante y que ahora yace desnudo, porque la crisis lo ha dejado sin ropa para vestirlo…